Hace unos días puse en descarga gratuita la primera novela de «El sanador del tiempo» (recuerdo que la promoción termina esta semana, ¡aprovéchate!) y varios me agradecisteis ese detalle.
Sin embargo, el agradecimiento es, por lo menos, mutuo. Cuando uno escribe lo hace por necesidad, porque necesita sacar las explosiones mentales de su cabeza y darles forma, pulirlas con el cincel de las palabras para finalmente eyacular un preciado proyecto sobre el papel. Sin adornos: los que escribimos con pasión lo hacemos porque lo necesitamos. Punto.
Pero después estáis vosotros y lo impregnáis todo de magia. Los lectores. Cuando veo mi libro en manos de otra persona me doy cuenta de que todo el trabajo que he hecho es una simple semilla, una mísera semilla en blanco y negro que florece con vosotros. Lo llenáis todo de colores, de sentido. Si os gusta lo que escribo, me emociono sobre ese puente de complicidad. Si no os gusta, aprendo y me convierto en mejor escritor.
Sin adornos: GRACIAS.