MIÉRCOLES DE JON ÍCARO
Hoy es el día de la semana más egocéntrico del blog, porque me toca hablar de mí, o mejor dicho de mi extensión mental: mi obra.
Uno de los circunstancias más interesantes de El sanador del tiempo es la relación que hay entre Poul Reenberg como sanador y el subconsciente de Tuyi, su primera paciente. En MediTime, los sanadores acceden al subconsciente de los pacientes donde se retienen los traumas de vidas pasadas para resolverlos mediante una simulación virtual que les lleva al pasado. Eso está mejor explicado en la novela, lo prometo.
Entonces, Poul viaja mentalmente a distintos lugares en distintos tiempos donde vive espectaculares aventuras con una representación atemporal de Tuyi. Y ya se sabe que el roce hace el cariño. Más aún cuando el roce implica vivir situaciones extremas, salvarse mutuamente y compartir aventuras de esas que dejan huella. En tales condiciones, no desvelaré nada, pero uno se imagina que es difícil no compartir sentimientos más allá del afecto.
Pero… si bien Poul está consciente durante la terapia, la paciente no lo está. Todo se corrige a nivel de subconsciencia, sin que ella se entere. ¿Qué significa esto? Que a pesar de haber vivido tantas cosas juntos, si la paciente llegara a despertar, sería incapaz de recordar nada de nada. Y el interventor (que así se llama a los terapeutas en MediTime), después de haber creado tantos lazos, de haber salvado la vida de la paciente, verá a los ojos de ella que es un completo desconocido. Que no sabe quién es ni lo que ha hecho por ella.
¿Y os imagináis cómo os sentiríais vosotros si tras haber cuidado y haber dado tanto por una persona, de repente, os convertís en completos desconocidos como si su memoria se hubiera evaporado? Pues es una de las situaciones que más me ha gustado crear en Poul Reenberg en El sanador del tiempo.
Un saludo, ¡y mañana más!
28 septiembre, 2016 at 2:09 pm
Tiene buena pinta tu libro… eso del subconsciente siempre me ha gustado… leer entre líneas… imaginar cosas que podrían ser… analizar y deducir… investigar y descubrir… yo también tengo un libro, en mi caso está a medias, puede que lo retome en breve y continúe la historia… ¡seguiré tus historietas del libro!
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29 septiembre, 2016 at 1:16 pm
La verdad es que el subconsciente da mucho juego (a nivel literario se ha explotado un montón, con monstruos imaginarios o dobles personalidades que al final sólo están en el subconsciente del protagonista). Te animo a seguir con tu novela, ¡dale duro! Un saludo y ¡gracias por comentar!
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29 septiembre, 2016 at 7:16 am
Pues no deja de ser una canallada lo que le haces al pobre Poul 😀
En breves espero leer el primer libro y, si eso, te fustigaré por hacerle sufrir…
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29 septiembre, 2016 at 1:19 pm
Jaja hace poco leí un artículo que decía que había que odiar a los protagonistas de tus propios libros, querer ponerlos en las peores situaciones… para después sacarlos de ellas. Yo no soy tan malo, pero esa idea ya se me ha metido a mí en el subconsciente. ¡Un saludo y un abrazo muy grande!
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30 septiembre, 2016 at 6:54 am
Hum… interesante. Lo que pasa es que, si a mí me da por odiar a mis protagonistas, no les voy a dejar salir con bien ni nada, me temo. Prefiero odiar las circunstancias y el contexto, aunque sea verter emociones sobre algo, digamos, etéreo. Odiar, lo que se dice odiar, ni siquiera odio a los antagonistas de mis obras. Busco una posición aséptica, objetiva, excepto, evidentemente, cuando utilizo el narrador en primera persona.
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3 octubre, 2016 at 7:19 pm
A mí me cuesta odiar a los antagonistas que son malos por alguna razón en concreto, no por que simplemente lo son. De hecho, valoro muy alto las novelas en las que ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos.
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3 octubre, 2016 at 11:50 am
Pintaza. Muy interesante todo lo que planteas.
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