Hoy toca entrada de café dominical, de confesiones. Solo vosotros y yo sentados cara a cara para contaros una historia personal: la historia de cómo aprendí que se puede controlar el tiempo y el espacio.
Todo empezó en una sala de chat. Ahora hay mucho Whatsaap, mucho chat de Facebook y todo eso, y no sé si es porque me hago viejo pero creo que nunca llegarán a tener el encanto de los antiguos chats o del MSN Messenger. Yo tenía 16 años y ella 13. La sala se titulaba “adolescentes de 14 y 15 años”, pero el destino nos unió como si el mundo quisiera decirnos que incluso allí donde no tuviéramos cabida, acabaríamos encontrándonos.
La casualidad virtual se convirtió en una necesidad cuando su esencia encontró la manera de viajar por los cables y clavarse en mí como un elixir del que ni pude ni quiero librarme. Quiso la vida, puta a veces hasta el extremo, mostrarme que yo era una persona importante para ella sin darme cuenta de que mi corazón era un espejo para ese sentimiento, pues ella era la persona más importante para mí.
Viviendo a distancia, acabamos encontrándonos solo 3 veces en 4 años cuando me di cuenta de que la distancia, un puñal lacerante para dos personas que se adoran, no me hacía daño. Sentía que la necesitaba a mi lado, pero no notaba que estuviera lejos. No se puede sentir lejano a alguien a quien llevas dentro, por mucho que viva a muchos kilómetros de ti. Ella me enseñó que la distancia era relativa, que podía controlar el espacio. Aunque se inventen los viajes interplanetarios y ella utilice uno de ellos para buscar su origen (pues os aseguro que no es de este mundo), yo seguiré sintiéndola conmigo. De tal manera la quiero.
Han pasado ya más de diez años. Algunos más. No sé medir el tiempo exacto, porque creo que este se paró la primera vez que pude ver esos ojos que han secuestrado el océano dentro de ellos. Hay segundos en los que la necesito y no saber de ella se me hace eterno, y hay épocas en las que estamos presencialmente más distantes pero la seguridad de saber que no la estoy perdiendo acorta ese tiempo a las milésimas que hay entre una sístole y una diástole, pues no dejo que se quede nunca fuera de ninguno de mis latidos. El tiempo también es relativo, amigos.
El más claro ejemplo de la relatividad del tiempo es que siempre la siento como la primera vez que la conocí. Cada vez que la veo vuelvo atrás en el tiempo, pero también cada vez que la veo viajo también adelante en el tiempo. Hoy cumple años de nuevo y aprovecho esta entrada para felicitarla. No voy a decir cuántos años cumple porque es una señorita. Una señorita que se hace vieja, pero no pasa nada porque el tiempo es tan relativo como que si se me preguntara cuántos cumple, cuándo la conoci, hasta cuándo la voy a querer, o cosas temporales por el estilo, yo respondería siempre con la misma palabra: siempre.
Feliz cumpleaños, angelico de mi guarda.
4 junio, 2017 at 2:50 pm
¡Qué manera de empezar el día!
Por aquí rondan las 9:45 am y es lo más dulce que he leído. Definitivamente me identifico con tu historia pues, cuando se quiere, no hay tiempo ni espacio que pueda contra ello.
Un abrazo y ¡feliz cumpleaños a tu señorita!
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5 junio, 2017 at 10:59 am
¡Sí! Con ella aprendí que el verdadero amor no duele, y que si duele no es amor. Cuando algo te llena tanto, pues disfrutas de ello cuando lo tienes cerca, y también cuando está lejos; es cierto que en ambas cosas se disfruta de manera diferente, pero las dos siguen siendo buenas. Un saludo, ¡gracias por pasarte por aquí!
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4 junio, 2017 at 3:02 pm
Poderoso fue Messenger 😉 ¡Me alegro!
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5 junio, 2017 at 11:00 am
¡Enorme! Esa ventanita anunciándote que alguien se conectaba, el sonidito y la miniatura parpadeando cuando te escribían… por no hablar de los zumbidos. Tenía magia. ¡Un saludo!
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4 junio, 2017 at 3:24 pm
Vaya! Me ha encantado cada palabra!!! Felicidades para ella y para ti, por trasladar tus sentimientos en palabras y hacernos sentir vuestra historia. 😁
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5 junio, 2017 at 11:01 am
¡Gracias! Y esto es solo una ligera caricia de todo lo que podría escribir, si es que existen las palabras con el potencial suficiente para describirlo. Pero la verdad que es una suerte tener gente que te inspira a escribir cosas similares. Un saludo, ¡gracias por pasarte por aquí!
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4 junio, 2017 at 3:33 pm
Creo que soy bastante afortunada por tener esa historia que cuentas tan cerca día a día al ver en tus ojos todos esos sentimientos de los que hablas respecto a ese pequeño angelico.
También de haberos visto juntos y que desprendáis un amor brutal con cada mirada, cada gesto o cada palabra que cruzáis, aunque creo que vuestra esencia va mucho más allá. De verdad que mi más sincera enhorabuena por teneros, felicidades para la mujerzuela (una vez más) y sobre todo, no dejéis nunca de ser como sois juntos.
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4 junio, 2017 at 8:11 pm
¡Preciosa dedicatoria! Escrita con sentimiento y expresando grandes verdades…
Y qué razón tienes con el chat de MSN, viejos tiempos aquellos…
¡Saludos y felicidades a la afortunada!
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5 junio, 2017 at 11:12 am
¡Gracias! La verdad es que es una suerte tener gente que te hace ponerte a escribir y que cosas así salgan solas. Lo del MSN, seguramente sea la nostalgia implícita lo que hace que lo valore tanto, pero esas ventanitas anunciando que alguien se conectaba y la miniatura parpadeando cuando te habían escrito… inigualable. Un saludo, ¡gracias por pasar por aquí!
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23 junio, 2017 at 3:17 pm
Qué lindo texto!
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25 junio, 2017 at 1:05 pm
¡Muchas gracias! ¡Gracias por haberte pasado por aquí! Un saludo.
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23 junio, 2017 at 4:34 pm
Ante todo, Jon, muchas gracias por seguir mi blog! Espero aportar y aportar…
Podría robarte tu texto y hacer un “copia y pega” para una carta a mi pareja actual. Por fín tuve la suerte de que ella me encontrase y yo estar en su camino.
En cuanto al MSN, aun conservo amistades virtuales labradas en aquellos lares a altas horas de la madrugada. Hoy, no es lo mismo; los chats son más superficiales…
Saludos y Energía Positiva!
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25 junio, 2017 at 1:10 pm
¡Saludos!
Me alegro de que te gustara, es un resonar con gente que lee lo que escribes. Yo también conservo amistades del MSN y he de decir que gran parte de ellas son pilares básicos en mi vida. Le debo mucho al Messenger. Un saludo, ¡gracias por el comentario!
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