Hoy toca una entrada un poco fuera de temática (o no). Hace poco os comenté mi esfuerzo por desenvenenarme del fútbol, y que había desembocado todas mis querencias de lo bueno del deporte sobre el baloncesto.
Si fuera el final de la liga de fútbol, todos los medios de comunicación estarían con su sifonía de prioridades alteradas, dándolo todo como si nos fuera la vida en ello. Ya estarían las calles acordonadas, los despliegues policiales y los ultras afilando los bates. Pero con el baloncesto no. Hoy (posiblemente) acabe la liga y mañana las ciudades (y llos medios de comunicación) amanecerán como si nada hubiera pasado fuera de la noticia puntual, más bien un aviso.
Hablo del baloncesto como podría hablar de cualquier otro deporte. Es curioso que el deporte más idolatrado sea el que más violencia trae, el que más corrupción genera y el que más desigualdad económica promueve (y de género, ya que estamos). Es triste que como consumidores no seamos capaces de estar a la altura de la responsabilidad social que tenemos.
Pero a lo que voy, que me salgo del titular. El fútbol genera, además, rivales. Enemigos. Gente que queda para matarse por ser de un equipo u otro, si nos vamos al extremo. Yo eso no lo he visto (y si lo he visto no tan desproporcionado) en otros deportes aquí en España. En el baloncesto, si un jugador rival se lesiona en la cancha, se le aplaude para animarle. En el fútbol se le grita «muérete». Muy triste.
Personalmente, me alegraría que hoy ganara el Valencia por simple cercanía, como los tengo más accesibles sigo con mayor empatía a Valencia y Murcia, aunque intento seguir al resto de los miembros de la competición con igual devoción. Si gana el Real Madrid, se le aplaudirá, y el derrotado en lugar de cargarse de ira, entenderá que tiene que mejorar, que para eso lleva en la camiseta la «cultura del esfuerzo» y acabará convirtiéndose en mejor equipo y mejor ejemplo. No hay un fanatismo que distorsione los valores deportivos dividiendo a los participantes en buenos y malos.
Es curioso, sobre todo, fuera del ámbito deportivo. Los deportes al fin y al cabo son una chorrada, un juego sin importancia. Pero como decía ayer, tengo claro que la paz mundial vendrá cuando entendamos que no hay buenos ni malos, que no hay rivales, que estamos condenados a convivir en un espacio compartido pero hay que empezar a pensar que lo diferente que nos rodea no es nuestro rival, sino un espejo o rasero para medirnos y mejorar nosotros mismos aprendiendo de ellos, sin intención alguna de batirlos. Curiosamente, sobre ese eje va lo último que estoy escribiendo.
Os lo avisé. La entrada no iba muy fuera de tema al fin y al cabo.
Un saludo, ¡que tengáis un deportivo día!
Edito un día después de la entrada. Así abre Marca con su portada. Como esperaba y dije, la victoria en liga de Valencia Basket queda relegada a un segundo plano, ensombrecida por el posible traspaso de Ronaldo por una burrada de millones. Si se va a pagar 400 millones por un simple cambio de equipo de un jugador, yo me desconecto de este mundo. En serio.
16 junio, 2017 at 2:37 pm
Interesante reflexión. Vivimos en una sociedad futbolera y muy competitiva en cuanto a deportes se refiere. Mira sino a los padres en los partidos de las extraescolares!
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19 junio, 2017 at 12:43 pm
Uf, lo de los padres que comentas ya fue la gota que colmó el vaso. Me parece muy denigrante ese comportamiento delante de sus hijos. Y cierto, estamos en un mundo realmente competente, donde el director es el miedo que nos dicta que hay que estar por encima de los otros porque, si no hay para todos, que se muera otro. Es curioso, sobre todo después de ver que las grandes cosas en la humanidad se han conseguido de manera colaborativa. Al mundo le falta más coopetencia y menos competencia. Y el fútbol no ayuda a ello. ¡Un saludo! ¡Gracias por tu sabio comentario!
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18 junio, 2017 at 3:45 pm
Este post refleja exactamente algo que tenía pensado expresar yo próximamente en mi blog. La idea que, el fútbol, más allá de que sea un deporte más o menos divertido, agresivo, etc.. (pues esto dependerá de cada uno), considero que se está yendo de madre. NO es normal que cuando un equipo gane la liga sus fans lo celebren rebentando containers y alterando las calles, a la vez que el que los perdedores, vayan a matar a los fans de los vencedores sólo porque «nos han ganado». Y es que como bien dices, si yo veo que Djokovic pierde, no quemaré ningún container ni apalizaré a los fans de Rafa Nadal…
Perfecta entrada,
¡Saludos!
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19 junio, 2017 at 12:46 pm
Como sociedad, cuando hacemos las cosas que comentas, creo que tocamos fondo. Pero como personas individuales, además, pienso que hay que ser tonto (perdón por la expresión, no quiero faltar al respeto a nadie), cuando nos cabreamos porque pierde nuestro equipo. La vida ya tiene demasiadas cosas por las que cabrearse y que no podemos evitar, como para añadir alguna más voluntaria. Yo veo deporte para entretenerme, para alegrarme cuando gana mi equipo, pero en el momento en el que me cause cualquier malestar, ya seré yo consciente para apagar la tele y buscar la felicidad en otro ámbito. Un saludo, ¡gracias por tu comentario!
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