Una de las grandes virtudes de la autoedición es el aumento de la cercanía con los autores. El panorama editorial tiende a concentrar las ventas en un reducido número de obras a las que dedica una promoción brutal. Y como en toda masificación, todo a su alrededor comienza a pasar bajo un filtro numeral donde las personas acaban adaptando roles comerciales.
En una profesión en la que el sonido de cada tecla no es otra cosa que un latido del corazón de un escritor dirigido a un posible lector, congelar los sentimientos me parece un crimen. Pero mi experiencia me dice que esta tendencia va a revertir esta dinámica. El último ejemplo, el que ha despertado en mí la ilusión necesaria para motivarme a escribir esta entrada, es la dedicatoria de un relato personalizado de Luis M. Núñez, autor de La sombra dorada.
Debo confesar que para mí ya era suficiente regalo que prestara atención a mis comentarios durante la lectura de su obra (que aprovecho para volver a recomendar, y no será la última vez que lo haga). Este detalle (y tengo entendido por otras personas que suele tener muchos de ellos) habla por sí mismo.
Reivindico estos acercamientos. Como lector los adoro. Como escritor, los necesito. Cierto, puede que estos vínculos no hagan mejor a las obras en sí, pero considero que obviarlos es un error muy grave para esta profesión. Creo que reducir el contacto a una firma masiva de libros es un engaño cruel. Cuando escribo, recién terminado el capítulo, estoy deseando mostrarlo, que me den su opinión sobre él (sea buena o no). ¿Cómo no voy a desear que se potencie ese acercamiento entre lectores y escritores?
Un saludo.
¡Que tengáis un buen y cercano día!
16 julio, 2017 at 3:02 pm
Ya sabes que coincido contigo al cien por cien😉
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19 julio, 2017 at 7:25 am
Qué te voy a decir yo a ti… si una de las mayores alegrías que me ha dado «El sanador del tiempo» es esa lectura conjunta que tanto disfruté. Esas cosillas que permiten compartir lo que uno hace más allá del negocio literario en ti son las que valen la pena, pienso yo. ¡Un saludo! 🙂
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17 julio, 2017 at 3:52 am
Saludos Jon. Me parece interesante tu comentario. Precisamente ayer estaba leyendo el libro «Just Write. Here’s How!» («Solo escribe. Así es cómo se hace») del escritor Walter Dean Myers. En él el autor recomendaba que una vez uno tuviera un texto listo para la publicación era bueno pedirle a alguien de nuestra entera confianza que lo leyera y nos diera su opinión. Siempre va a haber crítica buena y crítica… menos buena. No obstante, en nuestras manos está decidir si aceptarla o no. Lo importante es que ese primer lector nos acerca, indirectamente, con los demás futuros lectores y nos ayuda a ser mejores autores aun cuando la crítica sea negativa ya que nos lleva a modificar o a fortalecer una idea.
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19 julio, 2017 at 7:28 am
¡Sí! Yo ahora estoy con la lectura cero de mi próxima obra. Tengo la tremenda suerte de que se ha animado bastante gente, y doy gracias al cielo por ello, es increíble que alguien se anime a leer un producto todavía no terminado para ayudarte. Y como dices, algunas críticas no son las que uno quiere oir, pero son las que te hacen crecer y mejorar. Esta lectura cero es otro de los ejemplos de cercanía que, como bien dices, ya no solo ayuda a crear un vínculo entre autores y lectores, si no que hasta nos hace mejores escribiendo. Un saludo, ¡gracias por pasarte por aquí!
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17 julio, 2017 at 10:00 pm
Además, creo que ese acercamiento ayuda a entender muchísimo mejor el contexto de las historias, porque sabrás de donde viene cada palabra y hacía donde se supone que va, lo que le da un valor mucho mayor a la lectura.
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19 julio, 2017 at 7:47 am
¡Sí! Además de mucha información más… si el autor ha tenido alguna vivencia que le haga querer escribir sobre el tema, lo que ha estudiado, lo que ha leído para saber sus influencias, su manera de entender la literatura… hay muchas cosas que solo se ven si conoces al autor y eso es un valor añadido a la lectura. ¡Un placer verte por aquí de nuevo! ¡Saludos!
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18 julio, 2017 at 11:03 am
Como te dije, una idea extraordinaria. La cercanía, en nuestro ámbito autopublicado, es una condición casi diría que imprescindible. No tenemos más armas que nuestros textos y nuestra capacidad de «relacionarnos», así que… ¿A quién le interesa comprar algo, por barato que sea, de alguien que es un borde redomado? La personalidad de cada cual es fundamental en este sentido, pero así lo veo al menos: si no trabajas una relación de proximidad, de cercanía como dices, lo llevas crudo en este mundo.
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