Rectificar es de sabios. Y yo no sé si estas palabras me harán tener más sabiduría, pero sí sé que me harán más honesto, que creo que es a lo que todos deberíamos aspirar, independientemente de nuestra sapiencia. Hace un tiempo relaté mi inconformidad respecto a Atlantis, editorial con la que tuve contacto y cuyas condiciones, en su momento, consideré irrespetuosas con los autores.
Hace poco tuve el placer de contactar telefónicamente con su editor en lo que para mí fue una esclarecedora conversación cuyas reflexiones me gustaría comentar.
En primer lugar, recibí explicaciones sobre los puntos que criticaba en mi entrada del blog, conociendo la parte que yo ignoraba (nunca hay que obviar la versión de los hechos de todas las partes implicadas, craso error que no volveré a cometer) y que me hizo comprender varias cosas. Además, en los aspectos en los que mi discurso tenía coherencia (en mi opinión) encontré justificaciones para no ser tan puntilloso con mis pensamientos.
Nadie es perfecto y todos somos parte de un proceso de aprendizaje. Yo mismo no me considero el mismo escritor que cuando empecé y también sería injusto juzgar a los demás por un pasado del que, además, se han sabido servir para mejorar. También sé, ahora, que es injusto atacar un sector que, a día de hoy, se está convirtiendo en un verdadero superviviente como es el de las editoriales. El de vender libros es un negocio difícil, y las condiciones que las editoriales imponen a sus autores no son más que el resultado de una presión empresarial bestial a la que se ven sometidas.
Todo esto es una cadena en la que editorial y autor deberían actuar como dos fuertes eslabones si no quieren ceder ante las duras presiones comerciales. Los autores nos quejamos, a veces sin conocimiento de causa, y la guerra entre editorial y escritores no favorece a nadie. La vida es equipo, y mal vamos si no somos capaces de entenderlo.
Yo he defendido (y defiendo) la autopublicación porque siempre he visto una barrera entre la parte más técnica y comercial (la editorial) y la parte más idealista y romántica (el autor). Versiones que, lejos de ser incompatibles, ganarían en conjunto como cooperantes, una materializando el producto y la otra impregnándole la ilusión necesaria para que este despegue.
Pero nunca he visto esa cohesión, siempre he interiorizado que para la editorial somos números, que nuestros libros son tiros al aire con la esperanza de que alguno se rentabilice alcanzando objetivos numéricos. Nunca he visto a un editor decirle a un autor “tío, vamos a ver qué está pasando, qué tal si probamos esta cosa o esta otra a ver si funciona“, en lugar de relegar un libro que no vende al olvido (tras su estallido inicial con las ventas aseguradas a los seres cercanos). Es más fácil probar otro libro a ver si pega el pelotazo, que al menos asegure unas ventas post-lanzamiento en lugar de arropar las causas perdidas.
Quizás es que deba de ser así, que son cosas del negocio y su funcionamiento. Y lo entiendo. Pero para nosotros, nuestros libros son algo más. Esperamos de la editorial que nos apoye con su experiencia comercial, que nos guíe y nos anime. Fíjate que en alguna ocasión he puesto como único requisito a una editorial para firmar un contrato un PDF mensual con las impresiones editoriales de por qué creen que unos libros están funcionando mejor que otros (el marketing se renueva a diario y su posición en la vanguardia comercial les proporciona unos datos analíticos que bien enfocados se pueden convertir en un tesoro para cualquier autor), y nunca se ha tenido en cuenta mi opinión. O, yo qué sé, también podrían crear grupos con los autores en los que se trabaje el networking de manera rutinaria y efectiva, establecer acciones de equipo en redes sociales, eventos cruzados…
La sensación final que le queda a uno es la falta de cariño hacia el autor. Me falta esa conexión. Si al final soy yo el que me tengo que labrar el éxito sin ayuda, pues aquí a lo “Juan Palomo, yo me lo guiso y yo me lo como“. Porque, encima, si no vendes, el fracaso es tuyo como autor. La falta de autocrítica respecto a que el equipo no ha funcionado me duele en el alma.
He de decir a modo conclusivo que en la voz del editor de Atlantis había algo que me transmitía que esa fría barrera entre autores y editores que comento podría quebrarse, y me sentí obligado a la reflexión que he intentado plasmar aquí. Queda en mi memoria tras aquella conversación el eco de la esperanza de que un día, autores y editores dejemos de lado las exigencias, no seamos tan críticos los unos con los otros y aunemos deseos y objetivos actuando como un verdadero equipo. No veo otra solución a un mundo comercial tan complicado.
¡Nada más por hoy!
20 febrero, 2018 at 4:11 pm
Sí al final has de hacer como Juan Palomo, lo mejor es la autoedición y tratar de salir adelante con Amazon.
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28 febrero, 2018 at 1:34 pm
Yo pienso así. A editar se puede aprender y a publicar también desde que Amazon ha absorbido ese mercado. Lo difícil es llegar a la gente y expandirse. Si una editorial no me ayuda a eso, a mí en particular no me sirve. Al resto, por supuesto, el resto de servicios les pueden ser más que necesarios. ¡Saludos de nuevo!
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21 febrero, 2018 at 8:48 am
Interesante reflexión. Como mi postura ya te la he comentado alguna vez, ya sabes qué opino: autopublicación es lo que me gusta.
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28 febrero, 2018 at 1:39 pm
Y también lo que recomiendo. Una de las ventajas que siempre comento también es la cercanía con los autores y se me cae la baba cada vez que digo que en ese mundillo te encontré a ti. ¡Saludos!
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21 febrero, 2018 at 10:31 pm
Yo ya tiré hace tiempo la toalla con las editoriales, que la mayoría no lo son. Son imprentas disfrazadas de editoriales. Espero que te vaya muy bien y tengas mucha suerte, encontrando una editorial que te valore como te mereces. Un abrazo.
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28 febrero, 2018 at 1:41 pm
Exacto. Antes eran un mal necesario, y ahora con la masificación de la escritura son una oportunidad de negocio. No quiero generalizar, que tras experiencias como estas empatizo más con ellas. Pero sigo creyendo que el paradigma literario se abre cada vez más y cuenta menos con ellas. Por algo será. ¡Saludos! ¡Un placer verte por aquí!
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27 febrero, 2018 at 9:43 pm
La sensibilidad a flor de piel con que escribes es preciosa.Bien dicen que las plumas no las dan a cualquiera. Tienes un privilegio único y es comunicar tus emociones. Aplaudo tus pensamientos, celebro tu blog y estamos en comunicación.
Te invito a seguirme. Saludos desde Mazatlán, Sinaloa, México.
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28 febrero, 2018 at 1:46 pm
Muchísimas gracias por tu opinión, es un placer y un regalo para mi vida comentarios como el tuyo. Por supuesto, te sigo. Siempre es un honor estar en contacto con gente que tiene especial sensibilidad. Un saludo. ¡Gracias por pasar por aquí!
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