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Hago un filmus interruptus en mi intento de completar la saga de Star Wars (por mucho que lo intento y a pesar de su grandeza, soy incapaz de verla como algo más que un juego de luces con mucho potencial pero que se queda en un juguete en manos de un niño por su falta de trasfondo e intensidad). Así, aprovecho para lanzarme con otra saga que tenía pendiente de completar. Una un poco más mona.

Para mí, El planeta de los simios comenzó con la nueva versión del 2001. Fue la primera que vi. La disfruté en su momento y he vuelto a disfrutarla esta vez al volver a visualizarla para recordarla. Con Tim Burton al mando y como no podía ser de otra forma, la cinta goza de una personalidad y caracterización marcada, aunque algo menos histriónica a lo que se podría esperar del afamado director.

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La película comienza en el Oberon, una nave destinada a la investigación, con simios a bordo destinados a explorar territorios desconocidos. La parte científica es superficial, dejando claro desde el principio que esta es una película de aventuras, sin más. Apenas sirve para ponernos en situación. No arriesga en explicaciones, y eso hace que no chirríe nada y que no meta la pata (o la… ¿mano? Yo quiero cuatro manos en vez de patas como los simios, podría estar escribiendo esta entrada más rápido).

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Sin más preámbulos, Mark Wahlberg, en el papel de piloto frustrado, se lanza por su cuenta y riesgo al espacio para recuperar a su simio perdido siendo víctima de una tormenta sideral que lo envía a un lugar desconocido (y aquí se acaban los spoilers). Allí se encuentra con un planeta donde el ser humano no resulta ser el primate más adelantado en la escala evolutiva.

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Llegados aquí, habría que destacar la manufactura técnica de los escenarios. Para mí, son el gran secreto de que la película se merezca un «tú sí que vales». Incluyo en la buena ambientación la caracterización de los personajes simiescos. Siempre tendré buenas palabras para la recreación de personajes anterior a la elaboración digital. Y, aunque esas máscaras dan la sensación de que haya saturación de bótox en sus rostros, sus variadas formas son un espectáculo creativo. Bienvenidos al planeta de los simios. Se nota la mano de Burton.

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A partir de ahí, el argumento de la película se vuelve un refrito que se puede resumir en una única palabra: huir. Todo se queda muy insulso, muy poco aprovechado. Muy superficial. El planteamiento, que a nivel científico y moral podría ser muy interesante, se queda en un simple contexto para narrar las aventuras de los personajes que, dicho sea de paso, brillan por su monotonía. Ni Wahlberg es el héroe que te hace aplaudir, ni funciona la historia de amor que confronta a Estella Warren (personaje escaparate por excelencia) y Elena Bonham Carter (una de las pocas interpretaciones que aportan algo de vida)… Son marionetas a través de las cuales fluye lo básica historia que se pretendía contar. Hasta Michael Clarke Duncan (¿quién no ama a ese actor?) pasa desapercibido bajo su máscara simiesca…

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Y así, sin nada reseñable, llegamos a la inevitable confrontación final entre humanos y simios, también algo necesitada de crudeza y a la revelación (¿inesperada?) final. La cinta se reserva un último truco para los últimos minutos que le permite cerrar salvando los muebles a nivel argumental, aunque no justifica lo plano de su desarrollo.

Y, a pesar de todo, de que al tratar de desgranar todos los elementos por separado parece que no destaca ninguno, el conjunto funciona. Se trata de una película muy entretenida, que te atrae por su propuesta original y te mantiene por la acción continuada y por su contenido visual. Sabe desde el minuto cero lo que quiere mostrar y lo que no, lo que quiere ofrecer y los líos que trata de evitar. Y, por eso, consigue un buen resultado.

Sin duda, me anima a continuar la saga (refiriéndome a la parte de las películas nuevas; los clásicos me los reservo). No sé cómo puede sorprenderme en futuras entregas ya que el trato tan liviano que se le da aquí a la idea me hace pensar que no hay mucho que desarrollar. Pero puede que me sorprenda. La cinta me ha dejado con ganas de más, y siempre digo que esa es una de las mejores cosas que se puede decir de cualquier elemento creativo.

Nada más por hoy.
Que tengáis un buen día, ¡nos vemos las instacaras por @icaro_jon!