¿Quieres publicar un libro? O quizás debería preguntarlo de otra manera: ¿cuándo quieres publicar tu libro? Porque si la respuesta a esta pregunta te importa, entonces me veo obligado a hacer otra entrada sobre las ventajas de la autopublicación. Si en la anterior hablábamos de la ventaja de disponer de un registro de ventas, hoy lo vamos a hacer sobre la importancia de controlar la fecha de la publicación.
Imagina que has enviado tu manuscrito a una editorial y que te lo valoran positivamente. Bien, pues para cuando te lo publiquen no quedará ni el humo de esos fuegos artificiales que se crean en la mente de uno cuando celebra mentalmente que una editorial haya aceptado su libro. Con suerte, estará en el mercado un año después. Con mucha suerte.
Una vez aceptado tu libro, este pasa a la larga lista de espera de la editorial. Después, para editarlo pueden tirarse fácilmente medio año, y cuando tú, en ese sueño que es ver tu historia hecha papel, estés ya al borde de la desesperación, te dirán por fin que tu libro está ya perfectamente preparado para ser lanzado… dentro de tres meses más. En mi caso, para la publicación de El corazón del aedo, pasó más de un año desde que me llegó la valoración positiva hasta que se publicó.
Esto, para planificar una estrategia de promoción en el momento más importante de la historia de un libro, que es su lanzamiento, es algo inaguantable. ¿Que escribes una novela sobre un tema de moda y de importante impacto social en el momento de redactarse? No importa, cuando te lo publiquen ya no se hablará de ese asunto tan importante que has abordado. ¿Que tienes una historia que sigue las tendencias actuales de venta? Qué más da, si cuando por fin puedas venderla las tendencias serán otras… Y ni hablar de aprovechar fechas marcadas. ¿Tu libro tiene las navidades como punto de inflexión para el reencuentro familiar? Vale, pues te la publicamos en verano. Ah, ¿que tu historia tiene como marco geográfico una playa de Hawái? Venga, que salga en diciembre.
Pero quiero ir un paso más allá de lo eminentemente práctico y comercial. ¿Qué pasa con lo que sentimos por nuestros libros? No es lo mismo ver publicado un libro que acabas de escribir, que uno que finalizaste hace un año. No lo es para ti como autor, que ya tienes la cabeza en otros proyectos literarios, seguramente mejores porque habrás aprendido nuevas técnicas y tendrás más experiencia en esto de escribir. Entonces, ese libro que se te va a publicar, ya no lo verás de la misma forma. Ya no es tu sueño presente, es parte de tu pasado. Si has hecho las cosas bien, tu pasado como escritor debería de ser peor que en la actualidad, y será inevitable que veas tus obras pasadas con recelo y que pienses que son mejorables.
Y lo que es peor, tampoco será lo mismo para tu lector, porque tu ilusión se habrá ido desvaneciendo con el tiempo. Y hay una cosa que te puedo asegurar: si no contagias tu pasión por tu historia, nadie la va a querer leer. Más importante que lo buena que sea o deje de ser, lo que hará que se acerquen a ella será el entusiasmo con el que la trates. Eso lo tengo comprobadísimo, El sanador del tiempo es la novela que con más emoción he publicado por diversos motivos y es la que mejores resultados ha tenido, con diferencia. Si autopublicas, tú decides la fecha del lanzamiento. En cambio, las tortuosas esperas literarias hacen que se desgaste tu ilusión poco a poco cada día.
Nada más por hoy. Espero que mi experiencia os haya servido para que tengáis más información en esta odisea literaria que es publicar un libro.
Un saludo, ¡nos vemos las instacaras por @icaro_jon!
20 agosto, 2019 at 3:35 pm
Como tantas otras cosas, la edición de libros se ha convertido en un simple negocio de famosillos sacando su libro con sus experiencias, donde explican cómo se enamoraron del futbolista de turno o similares. Las editoriales como yo las entiendo han desaparecido. Hay pequeños grupos y empresas que intentan crear ilusión, en medio de un mar de espabilados y vendedores de agua milagrosa que engañan al recién llegado con promesas de ser la nueva estrella literaria.
¿Cuándo tiempo hace que hemos visto a editoriales reales presentando escritores reales, de forma que conviertan el acto en un evento que llame a las masas? La letra está muerta para las editoriales, lo único que vende son caras bonitas, deportistas, famosos de tres al cuarto, y oportunistas. Los best sellers los escriben gente como Belén Esteban o Bertín Osborne, dejando claro el nivel cultural del país.
Y lo dejo porque estoy a punto de ir a por la ametralladora y voy a ser yo el que salga por televisión ja ja, mira, sería una forma de promocionarme. “El escritor sanguinario segunda parte: el retorno” ja ja… Un abrazo.
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2 septiembre, 2019 at 1:12 pm
Jajajaja sí, aunque en el fondo el sector literario no deja de ser el resultado, como cualquier otro, de la masificación. Hay muchas personas haciendo las mismas cosas, y además haciéndolo muy bien. Ser bueno ya no sirve para destacar. De hecho, es difícil saber qué cojones hay que hacer para salir de esa masa indiferenciada (reconozco que la idea de la ametralladora tendría su efecto jeje, solo rezo que esta deriva no nos lleve a algo así porque es lo que realmente alimenta). Entonces, las editoriales, que no tienen ni idea de cómo vender, sobreviven a tiro hecho, apuestan por aquellos que saben que tienen los libros vendidos antes de sacarlo, independientemente de lo que ponga en ellos. Esto nos lleva a un nuevo enfoque del marketing: ahora hay que enfocarse en crear audiencia. El contenido de la obra es lo de menos. Tarde me doy cuenta de ello. Pero bueno, los que escribimos por gusto, no necesitamos el reconocimiento para hacer lo que hacemos (pero ve reservándome un par de cargadores, jaja). Un placer verte por aquí como siempre, compañero de batalla. ¡Un abrazo!
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