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Lord RPG

Blog del rolero bloguero

mes

octubre 2019

CÓMO VENDER LIBROS CUANDO NO SE VENDEN LIBROS #1 – La presentación

monelibros

¿Has hecho ya la primera presentación de tu libro? ¿Y has visto lo vacía que estaba la sala? Lo primero en lo que uno piensa para empezar a vender cuando ha publicado un libro es en la presentación. Evidentemente, hay que presentar a la criatura en sociedad. Pero esta iniciativa ha ido mostrando a lo largo del tiempo una tendencia derrotista. Cada vez son menos los asistentes y todo el catering preparado para tan importante momento se queda prácticamente sin tocar. Y no son pocos los compañeros que, tristemente, he visto tener que suspender una presentación por falta de audiencia.

¿Por qué pasa esto? Todo desastre tiene un origen múltiple, pero todos ellos desembocan en una consecuencia principal: la gente se aburre. No me imagino a nadie diciendo «eh, vaya planazo, una presentación de un libro este sábado, ¿te vienes?». Si el autor es reconocido, puede tener cierto tirón, pero salvo que ya tengas algún bestseller va a ser muy difícil que consigas convocar asistentes, aunque tengas el respaldo de una editorial, te lo aseguro. Piénsalo, es más apetecible para el común de los mortales quedarse en el sofá viendo Netflix.

¿Por qué iban a ir a ver a un desconocido presentar un libro que ni siquiera saben si les interesa? Dejémonos de egolatrías, todos sabemos que nuestro libro es el mejor, pero eso no va a atraer a la gente a tu presentación, por mucho que hayas empapelado la ciudad con carteles. Tienen mejores cosas que hacer que ir a ver a alguien hablar de sus cosas. Así que, la clave está en convertir la presentación en algo divertido. Ni siquiera la llames así, o generarás rechazo. Inventa un juego alrededor de tu obra.

Yo, por ejemplo, conseguí las presentaciones más exitosas cuando hice un trivial con preguntas de mi libro GÀTA. Hacía cuestiones y los asistentes conseguían puntos si las adivinaban, y el ganador se llevaba un ejemplar. Abría con la pregunta «¿A qué edad normalmente se casaban las mujeres en la Antigua Grecia?», y eso me daba pie a comentar un dilema moral que tuve al crear la historia: ¿mantener el rigor histórico a pesar de que la protagonista tendría que ser menor de edad y casarse con alguien 20 años mayor o adecuarlo a nuestros tiempos? Y así con todas las preguntas, las utilizaba para comentar algún aspecto de mi historia mientras se picaban jugando. Gustó tanto que vi a gente repetir presentaciones, y eso me hizo que tener incluso que cambiar las preguntas.

Otros se curran una especie de Escape Room temática en la sala… Yo qué sé, piensa en la temática de tu libro y encontrarás alguna forma de hacer un juego. También los hay que, si la historia está ambientada en su ciudad, hacen una visita guiada por los escenarios de la obra. Esas cosas me parecen genialidades, y atraen a la gente hacia tu libro.

Otro de los aspectos por los que la gente no acude a las presentaciones por la sensación de la obligación de comprar el libro. Existe una ley no escrita que dice que hay que recompensar el esfuerzo del autor de presentarlo comprándoselo. Eso hace que la gente prefiera evitar la mala sensación de irse de allí sin adquirirlo no acudiendo. Deja claro desde el principio que la compra no es obligatoria. Yo por ejemplo, digo directamente que lo regalo (en versión digital), para eliminar ese lastre. Para quien lo desee, anoto su dirección de correo y luego se lo envío en epub o PDF. ¿Qué puedes perder, diez ventas? Pero ganarás evangelistas. Para que tu libro se mueva es necesario que alguien lo lea y lo recomiende. Además, te harás con una buena base de direcciones de correo para promocionar futuras obras.

Ya sabes, dale un giro de tuerca a los métodos tradicionales y la tendencia de tus ventas también se invertirá para bien. Recuerda que aquí tienes el índice donde recopilo todos los trucos actualizados que voy comentando.

Seguimos en contacto. ¡Nos vemos las instacaras en @icaro_jon!

CÓMO VENDER LIBROS CUANDO NO SE VENDEN LIBROS #0

monelibros

¿Lo has intentado ya todo para vender tu libro pero las ventas siguen sin despegar? Vender un libro es jodido. Seguramente ya hayas probado con mil cosas y hayas leído varios manuales de marketing literario. Probablemente se te ha encendido muchas veces la bombilla al tener una nueva idea y se te ha vuelto a apagar cuando has visto que las expectativas superaban a la realidad. Si no te ha pasado y tienes pensado publicar un libro, te acabará pasando.

El problema es que somos muchos. La facilidad progresiva para publicar ha creado una masa que ha dado lugar al mercado con más oferta y menos demanda de mundo. ¿Cómo vas a vender un libro si la gente ya no lee y compites contra cientos de miles de personas, muchas de ellas ya muertas pero con más prestigio que tú? Y como decía un escritor al que admiro, la literatura es una sala donde todos tienen algo que decir pero nadie quiere escuchar.

Esta masificación ha hecho que las técnicas tradicionales de ventas de libros ya no sirvan. La gente ya está inmunizada a ellas. Se las conoce. Las ve de manera tan repetida que están hartos. No llaman su atención, más bien les aburren por repetitivas. Así que, no te va funcionar que te leas un libro o utilices los consejos que ya antes le sirvieron a tantos otros.

No obstante, la esencia de esos trucos sigue teniendo un gran potencial, siempre que se actualice y se modernice. La experiencia me ha enseñado que no hay que copiar, hay que actualizar, solo cuando he hecho eso he conseguido darle un empujón a las ventas. Hay que saber darle un giro, devolverle el brillo que las hacía atractivas, devolverle esa frescura perdida. Y eso es lo que voy a intentar con esta serie de entradas. Mostrar cómo revirar las técnicas de venta para que vuelvan a ser útiles y vuestro esfuerzo, esta vez sí, se manifieste en resultados.

A continuación utilizo esta entrada como índice para las distintas entradas que publique sobre este tema:

#1 La presentación

#2 El storytelling

¿DE VERDAD ES NECESARIO DESENTERRAR A FRANCO? – Nerea dice…

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¿De verdad es necesario desenterrar a Franco? Entiendo que los familiares de las víctimas de la guerra no quieran que en un lugar destinado a la concordia esté presente precisamente el causante de ella. Es comprensible. Incluso me parece cuanto menos curioso que la familia del dictador recurra esta sentencia apelando a unos derechos que él precisamente arrebató a los españoles.

Pero si nos referimos a la necesidad de evolucionar como sociedad, ¿es necesario tanto revuelo y tanto resentimiento? Lo hicimos mal en el pasado, sí. Eso está claro. Pero eso no se puede cambiar. Hay que aprender de la historia para que algo así no vuelva a suceder, no devolver a la vida aquello que jamás debió suceder. No creo que desenterrar el pasado sea lo mejor para avanzar. La forma más correcta de demostrar que hemos aprendido de esta desgracia que tuvieron que sufrir los que nos precedieron, habría sido precisamente llegar a un acuerdo de gobierno que demuestre que, a pesar de las diferencias, estamos juntos en esto de sacar un país adelante. Eso habría sido una lección más práctica que volver a abrir las heridas.

Pero como siempre, dejo esta opinión en los personajes de GATA en este relato breve. Creo que ellos se explican mejor que yo.

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Néstor cogió el cuchillo y se dispuso a cortar aquellas flores que con tanto recelo había cuidado. Amaba hasta la última hierba de aquel jardín y no era para menos. Que su señor, Megacles, le hubiera contratado para mantenerlo, le había sacado de las peligrosas calles de Atenas y le había permitido disfrutar de una vida más o menos acomodada lejos de la pobreza.

—¡¡No!! —grito alguien de repente y Néstor dio un respingo, estuvo a punto de cortarse con el filo de bronce.

Se giró para comprobar que la propietaria de aquel grito había sido el otro motivo por el cual agradecía poder ocuparse de aquel jardín: Nerea, la hija de su señor. Cada vez que la veía, sentía que lo que florecía era su corazón. Tenerla allí, tan cerca, hacía que le temblaran hasta las manos, y tuvo que guardar el cuchillo por temor a no tener la precisión necesaria para hacer un corte sin dañarse.

—¡No la cortes! —le dijo la muchacha señalando la flor y acercándose a él. Cada paso que daba la joven encontraba su eco en un latido del jardinero. Ella, casi todo el tiempo recluida en el gineceo, apenas tenía contacto con él, que sentía su presencia en las escasas oportunidades que tenían para hablar como un regalo de los dioses.

—Tengo que hacerlo —explicó el chico esquivándole la mirada conforme se acercaba, tal era la influencia que tenía en él—. Me lo ha ordenado tu padre.

—¡Pero es que es preciosa! —dijo ella acercándose para oler aquella colorida violeta.

—Tu padre me lo ha ordenado —siguió justificándose Néstor. Si por él fuera, cumpliría el deseo de aquella muchacha y la dejaría allí. De hecho, no tardaría en comprobar que era capaz de hacer cualquier cosa por complacer sus anhelos.

—¡Utiliza otras flores! Esas son… mis favoritas —le dijo señalando las violetas y añadiendo una sonrisa que firmaba sus palabras.

—No hay otras que las puedan sustituir. Todavía no es el tiempo de las flores. Las violetas crecen antes porque fueron regadas con la sangre de Atis cuando se cortó los… —Néstor se calló de repente, sus mejillas enrojecieron. Pensó que no procedía contarle a la muchacha la leyenda en la que el amante de la diosa Cibeles se mutilaba los genitales permitiendo que las violetas florecieran antes de la primavera.

—Se cortó los… —repitió Nerea animándole a continuar ante su silencio.

—Eh, nada, lo que quería decir es que son las mejores flores de las que disponemos en este momento y no hay otras que puedan sustituirlas.

—¿Y si son las mejores por qué vas a cortarlas? —preguntó ella en un alarde de lógica con un gesto pensativo que vaciaba el corazón de Néstor. Bueno, cualquier otro gesto hubiese servido para ello, su pecho se alteraba cada vez que miraba el rostro de aquella muchacha.

—Tu padre quiere ofrendarlas para adornar el monumento a Teágenes de Tebas. —Nerea torció el gesto ante aquel nombre que no reconocía. De nuevo otra forma de expresión más de la muchacha que impactaba en el pecho del jardinero—. Fue uno de los generales de Queronea —aclaró—. Murió en la batalla contra Filipo y tu padre quiere honrarle.

Nerea se sentó en uno de los bancos de piedra del jardín. Sabía que necesitaba una lección de historia para comprender eso. Tocó con la palma de su mano al lado de ella para invitar a Néstor a sentarse también. El joven obedeció, guardando las distancias.

—¿Y quién es ese Teógenes?

—Teágenes —corrigió Néstor—. Luchó contra los macedonios.

—Ah, sí, los que ahora nos mandan —recordó Nerea. La sarta de improperios que su padre Megacles escupía contra el dominio macedonio a diario le había hecho tener bien clara esa parte.

—Bueno, yo diría más bien con los que cooperamos. —Al menos esa era la versión que los atenienses tenían para no aceptar del todo su derrota. Según ellos, obedecían a Filipo porque así lo querían, cuando la realidad era que la batalla de Queronea había dejado bien claro que el rey macedonio había dejado de ser un pastor salvaje y tenía el poder suficiente para someterles—. Les vamos a ayudar a acabar con la tiranía persa. Juntos, macedonios y griegos, podemos conseguirlo.

—Entonces, ¿por qué rendir homenaje a aquel que intentó separarnos? —preguntó la chica. Néstor se preguntó si de verdad era simple curiosidad lo que sentía la joven o trataba de ponerle a prueba con sus enrevesadas preguntas que, ciertamente, iban cargadas de lógica. Sea cual fuera la intención, ambas complacían al jardinero, que disfrutaba de aquella conversación.

—Bueno, ya conoces a tu padre. Perdió a muchos amigos en esa batalla y es una forma de recordarlos. Se le amarga la voz cuando habla de esos macedonios…

—¿Y qué? —dijo Nerea con una naturalidad pasmosa—. ¿La culpa la tiene esa flor? ¿Por eso tiene que arrancarla?

—Es su forma de mostrar sus respetos —terció Néstor, con temor en la voz por si enfadaba a la chica al replicarle—. A él al menos le sirve para sentirse bien.

—Pues muy bien —espetó ella, cruzándose de brazos como la joven caprichosa que era—. Córtala, y que se pudra bajo una estatua que no tiene la capacidad de verla ni olerla. Aquí esta flor tiene más sentido. Imagina que uno de los esclavos la ve y se la regala a una de las concubinas que gracias a ese gesto se enamora de él. ¡Anda que no sería esa una forma mejor de aprovechar esa flor!

Néstor tembló al pensar en la posibilidad de que ellos pudieran ser los protagonistas de esa imaginativa historia.

—Ya, si te entiendo. Pero esto es lo que quiere tu padre —insistió Néstor—. Quizás habría que comprender sus sentimientos, a él le duele recordar aquella derrota y necesita de alguna manera rememorarla.

—¡Pues yo no lo entiendo! —se quejó Nerea, aumentando un grado su enfado—. Si tanto le duele, ¿por qué prolongar esa agonía? ¿No dices que ahora nos llevamos bien con los macedonios? ¿Por qué volver atrás? ¿Acaso quiere eternizar esos recuerdos que tanto dolor le causan? ¡Pues es muy tonto eso que hace!

—¡No es tan fácil, Nerea! —Néstor no sabía cómo explicarle la situación, lo difícil que era sanar las heridas causadas con el filo del orgullo. Cuando el odio llevaba hasta el punto de matarse en un campo de batalla, era muy difícil hacerlo desaparecer sin más—. Son asuntos de políticos, muy complicados.

—Ah, ya, y yo soy tan tonta que no puedo entenderlo…

—No quería decir eso… —aclaró Néstor, que se moría por decirle que la entendía, que alababa incluso la pureza de sus pensamientos, pero se debía a su señor. No quería que este le reprendiera por adoctrinar a su hija permitiéndole pensamientos que él consideraba inapropiados.

—Ahora estamos junto a los griegos —continuó la joven, intentando argumentar esa opinión que según el jardinero era estúpida—. Y dices que tenemos la oportunidad de unirnos para librarnos de los persas. ¿No será mejor concentrarnos en lo que podemos conseguir juntos que perder el tiempo en lo que en el pasado nos separó?

—Si, eso sería lo ideal, pero…

—Mira, Néstor —interrumpió Nerea, lanzada como estaba—. Si yo algún día me enfado contigo, me gustaría que pudiéramos arreglarlo y que no estuviéramos todo el día recordándonos el uno al otro lo que nos hizo enfadar.

—Yo nunca me enfadaría contigo, Nerea… —afirmó Néstor, convencido.

—Ya, porque tú me quieres —afirmó ella en sentido fraternal, sin saber que él lo hubiera ampliado a todos sus significados—. Entonces ya lo entiendo, el problema aquí es que la gente no se quiere. Si todos se apreciaran como lo hacemos nosotros, se acabarían todos los problemas —apuntilló Nerea.

—En eso estoy de acuerdo. —Sentado en el banco, Néstor intentó estirar el dedo del brazo que apoyaba en la piedra para que acariciara el de la joven. Se arrepintió de aquel intento porque sabía que tenían el contacto prohibido.

—Ya, pero de momento me quedo sin flor en el jardín —concluyó la joven—. De verdad que me da rabia. Juntos, seguro que a griegos y macedonios nos iría mejor, y hasta podríamos conseguir la gloria.

—Sí, podría ser… —afirmó Néstor dando por finalizada la conversación, sin saber que unos años después, Alejandro Magno validaría aquella hipótesis.

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Y hasta aquí esta reflexión, si queréis conocer más de estos personajes y disfrutar de su historia original, podéis hacerlo en la novela Gàta. Si os hacéis con ella, ¡espero que la disfrutéis!

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Un saludo, ¡nos vemos las instacaras en @icaro_jon!

 

 

¿Es justa la decisión del Procés? Que nos lo digan Néstor y Ascanio

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¿Es justa la sentencia del «Procés»? No me considero independentista, pero creo que hay una forma muy sencilla de ver esto: para que dos estén juntos, ambos han de estar de acuerdo. Yo veo la independencia como un matrimonio mal avenido. Uno de los dos miembros está a disgusto, y ha intentado mostrarlo una y otra vez. El otro miembro, parece no escuchar. Prohibiendo un referendo y, ahora con esta sentencia represiva, hace oídos sordos, abofetea la posibilidad del otro de expresarse y dice claramente «estarás junto a mí, aunque tenga que usar mis puños, que para eso los tengo».

Es curioso, porque yo creo que la solución es el diálogo. Sin embargo, políticamente la negociación se ve como una debilidad, en lugar de como un acto inteligente (y un deber política, por cierto). Pero como siempre me expreso mejor a través de mis personajes, utilizo de nuevo a los protagonistas de GÀTA en forma de relato corto para abordar esta temática. Se me viene a la cabeza un hecho que viene al dedillo: el asesinato de Alejandro Magno de su general Clito.

 

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—Los mataría a todos, uno tras otro —afirmó Néstor, intentando apagar su fuego interno con otro trago de vino—. Por traidores.

Aunque el ambiente era aparentemente festivo en el campamento militar, acorde al banquete que soberanos y sátrapas disfrutaban unos metros más allá, se podía palpar la tensión que había entre macedonios y asiáticos. Por mucho que Alejandro se empeñara en crear un ejército híbrido, muchos de los griegos no veían con buenos ojos la incorporación de persas en sus filas.

Néstor escupió el vino de manera despreciativa en cuanto su mirada se cruzó con la de uno de esos nuevos persas que poblaban el campamento. La bebida salió dispersada en forma de gotitas de su boca, avivó la llama de la hoguera que tenía delante.

—Deberías cuidar tus palabras —le advirtió su grandullón amigo Ascanio, la viva encarnación de Zeus. Sabía que el humor de su compañero se había amargado hasta el infinito tras su último encuentro con Nerea, pero aun así debía controlarse—. Que el odio no dirija tus palabras, Néstor o podrías acabar mal.

—¿Odio? —replicó Néstor, tras lo que dio una serie de tragos continuados que se deslizaron visiblemente por su garganta. Su rabia, dirigida a los persas, le hizo pensar que hasta su vino era deficiente y asqueroso, digno de esa leyenda que decía que una antigua reina babilónica había intentado envenenarse con esa bebida—. Yo diría que mis palabras son lógicas, más bien.

—Deslúmbrame con esa lógica de la que hablas —invitó Ascanio, que siempre había admirado las reflexiones del joven. Al menos, hasta que su mente se había retorcido tras la última visita de Nerea.

—Hemos arriesgado nuestra vida contra ellos. Muchos compañeros incluso la han perdido por su culpa. Y ahora, Alejandro, ¿los incorpora en nuestro ejército y pretende que combatamos hombro con hombro junto a ellos y que compartamos nuestro botín? —Néstor chistó, como si no hubiera argumento que pudiera rebatir aquella opinión. Aun así, su amigo Ascanio, que era más diestro con los músculos que con las palabras, lo intentó.

—¿Y de qué sirve mirar atrás? Ve y dile lo que piensas a Alejandro. Corre. Dile que no quieres luchar junto a esos persas que ha unido a nuestro ejército. Yo mismo enviaré de vuelta a Grecia lo que quede de tus huesos. Nuestro rey ha escogido la unión, pues todos unidos y se acabó. —Néstor hizo un gesto de desprecio ante aquellas palabras de su amigo. Negó y su ondulada y castaña melena, descuidada desde hacía tiempo, acompañó aquel movimiento. Pero era cierto. Alejandro se estaba desviviendo con la alianza asiática. Últimamente tendía a vestir con ropajes persas y gustaba de compartir sus tradiciones—. Y si esa es la decisión del gran Alejandro —prosiguió el grandullón—, esa misma ha de respetarse.

—Cualquiera diría que hablo con el gran Ascanio —dijo Néstor volviendo a llenar su copa, tendiendo su cuerpo precisamente sobre una de esas maravillosas alfombras persas que criticaba—. ¿Acaso se te ha borrado la memoria de un golpe en alguna batalla? ¿No eras tú el que despotricaba contra nuestro rey?

Ascanio, como buen griego, había criticado a Alejandro y la imposición macedonia. Sin embargo, había acabado reconociendo su valía batalla tras batalla.

—¿Y qué pretendes con la separación? —se defendió el hombretón—. ¿Griegos por un lado? ¿Persas por otro? ¿Qué nos va a traer de bueno? Lo único que va a pasar es que nos acabaremos echando de menos los unos a los otros cuando crucemos el Hindu Kush.

—Y yo qué sé. ¿Me ves cara de rey? —ironizó Néstor, aunque lo cierto era que últimamente hacía y deshacía a su antojo, como si el mundo no tuviera que ver con él y estuviera por encima de todo—. Ni yo, ni los guerreros, sabemos de decisiones reales, porque no tenemos un trono bajo el culo. Sabemos de cosas de soldados. Y hasta el mismísimo Alejandro tendrá que responder ante esas inquietudes. Solo hablo de ser escuchados, ¡Ascanio! Solo un necio no sería capaz de ver el descontento de los soldados griegos ante esta desesperada unión y no intentaría hablar con ellos para apaciguarlos…

—No, Néstor, solo un necio replicaría ante nuestro rey esperando ser escuchado. Quedarse callado es la mejor manera de conservar los dientes, amigo —opinó el gigantón.

—Los que nos queden al menos —continuó Néstor, cada vez más molesto—, porque muchos los han perdido por los golpes de las batallas que le han hecho ganar a ese rey que no quiere escucharles…

De repente, en una parte del campamento se alzó un revuelo. Todos los soldados se levantaron del suelo y se acercaron allí, dejaron su confortable posición alrededor de la hoguera y se dirigieron a un hombre que vociferaba, explicaba lo que acababa de acontecer en el banquete real.

—…así lo ha atravesado, ¡así! —decía gesticulando, como si tuviese un palo en sus manos—. El rey ha cogido una lanza de un guardia y ha atravesado el vientre de Clito. Y ahí que se ha caído muerto, nuestro gran general. Lástima de sangre guerrera que se ha perdido en el suelo… Por lo que parece, se había quejado de que los macedonios tuvieran que obedecer la proskynesis

Se refería al saludo que se hacían los persas. Si estos eran del mismo rango, se besaban en los labios. Si uno de ellos tenía un rango inferior, besaba en la mano a su superior, y si la posición era más distante, directamente se arrodillaba. Clito había estallado ante las arbitrarias decisiones que Alejandro estaba tomando al incorporar tradiciones persas y le había rebatido su condición divina, se había atrevido a decirle que no era más que un mortal a la sombra de su padre y que no tenía derecho a tomar aquellas decisiones. Y el resultado había sido que el propio rey le había arrebatado la vida por dudar de sus acciones.

—Ve, como te digo, ve ahora y dile a Alejandro lo que piensas —le dijo Ascanio a Néstor de manera irónica, una vez habían visto cómo el rey se comportaba ante las disensiones. Su amigo suspiró.

—Entonces, ¿qué? —expuso Néstor, ahora con un menor volumen en su voz y con más cuidado—. ¿Qué nos queda? ¿La obediencia? ¿No ser escuchados? ¿Así es como un buen rey se comporta ante aquellos que discuten su comportamiento?

—Así es como se mantiene un reino —sentenció Ascanio, sin mostrar si estaba de acuerdo o no con aquello, pero dejando claro que debía ser así.

—Pues vaya reino es ese que se mantiene sin escuchar a aquellos que se asquean de permanecer en él. Uno estable y duradero, sí. Pero alzado sobre unos pilares vergonzosos.

Entre los dos hombres se hizo un silencio reflexivo. Se cruzaron los brazos al pecho, y se dedicaron a seguir escuchando al hombre que relataba lo acontecido durante el banquete.

—…y después el rey se retiró, se marchó de allí llorando. Parecía arrepentido por lo que había hecho —explicó aquel hombre. De hecho, Alejandro estaría hasta tres días sin salir de su tienda, avergonzado por su acción.

—Al menos se arrepiente de lo que ha hecho… —opinó el grandullón de Ascanio.

—Faltaría más —añadió Néstor—, que además se enorgulleciera de una decisión que reprime a uno de los suyos. ¿De qué tipo de tirano estaríamos hablando entonces?

 

Espero que os haya gustado, ya sabéis que si queréis conocer las aventuras y desventuras de Néstor y Ascanio, podéis descubrirlas en GÀTA. Un saludo, ¡nos vemos las instacaras en @icaro_jon!

 

 

 

MIS GATOS TE REGALAN ESTE LIBRO

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Pero Jon, ¿qué haces regalando ese libro que tantas horas de desvelo te ha llevado escribir, corregir, revisar y publicar? ¡Que así no vas a salir de pobre! Buf, cállate subconsciente, y dale al botón de permitir la descarga gratuita de Kindle. Sí, efectivamente, tras varias conversaciones conmigo mismo, hoy 11 de octubre os regalo el libro GÀTA poniéndolo en descarga gratuita en Kindle Amazon.

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Realmente el regalo no os lo hago yo, os lo hacen los gatitos que a diario corretean por mi casa dándome la vida. Estos peluditos me abrieron un nuevo universo creativo cuando empezaba a estar cansado de la mafia literaria que rodea a Amazon. En concreto, fue uno de ellos que ya no está y que solo corretea por mi corazón. Los gatos me inspiraron a crear la serie CATS & BOOKS, que se inicia con GÀTA. Una serie de novelas cortas en las que los felinos tienen un papel fundamental en la vida de sus protagonistas como los verdaderos maestros y generadores de sensibilidad que son.

Estos animalitos no solo han determinado la temática de mi nueva deriva literaria, también su sentido. Ya no escribo para vender, ni para mejorar rankings, ni por las infamias inherentes al ego del escritor. Ya no publico para afuera, lo hago desde dentro. El objetivo de esta nueva serie es utilizar los libros como medios para emprender acciones con las que pueda, de alguna manera, echar una mano a estos amigos peludos, amén de demostrar lo necesarios que son para los humanos.

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Aunque, si nos ponemos estrictos, quien os hace el regalo no soy yo ni mis gatos, sino la protectora que me concedió estas dos bellezas que llenan de felicidad mi casa: Felinos lo Morant. Gracias a ellos tengo una constante fuente de inspiración felina a mi alrededor. Y como es de bien nacido ser agradecido, me gustaría pediros a cambio del libro gratuito, que le echarais un ojo a esta protectora y, si lo estimarais oportuno y estuviera a vuestro alcance, que les echarais una mano. Conozco en primera persona el esfuerzo y las penurias a las que tienen que enfrentarse, y la nobleza de sus iniciativas. Son maravillosos, como todas aquellas personas que dedican su tiempo y esfuerzo a proteger a los desprotegidos, sean de la especie que sean. Si os animáis a participar en cualquier otra protectora, adoptando peluditos o con vuestro tiempo o de cualquier otra manera, también vale.

Como os decía, el libro al final es una excusa, un medio para transmitir este amor por los animales. Pero si aprovecháis la descarga gratuita, de corazón espero que la historia os guste y os dé algunos momentos de entretenimiento.

Un saludo, ¡nos vemos las instacaras en @icaro_jon!

 

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