¿Alguna vez se han burlado de ti por hacer algo de forma diferente a los demás? Enhorabuena, porque entonces estás en el camino hacia el éxito. O eso es lo que se puede aprender del debut de Renault en la Fórmula 1. Porque este equipo, al que adoro, es mucho más que Fernando Alonso.

Renault apareció en la mayor competición de automovilismo en 1977 a través del equipo Equipe Renault Elf… y rápidamente se convirtió en motivo de burla y risas en el paddock. Debutó con el Renault RS01, con el que introdujo el motor turbo (que añade un compresor de aire para enriquecer la mezcla de combustible y consumir y contaminar menos) por primera vez en una carrera de F1. Sin embargo, una carrera tras otra, el monoplaza tendía a explotar, y debido a que acababa siempre rodeado de humo blanco, se le apodó “la tetera amarilla”. En su primer año, no consiguió acabar carrera alguna.
Pero ¿se rindió Renault? No, trató de aprender de los errores. Porque el fracaso no es negativo, son las señales que nos indican en qué tenemos que mejorar para alcanzar el éxito, que no es otra cosa que la resolución de un fracaso tras otro. Así, al año siguiente, a finales de 1978 (y tras otra temporada de innumerables abandonos), la “tetera amarilla” consiguió sus primeros puntos con un cuarto puesto en Estados Unidos. El que la sigue, la consigue.
Pero esta bonita historia de esfuerzo y resiliencia no acaba aquí. En 1979 y tras estudiar los errores pasados se evolucionó el RS01 al RS10. Entre otras cosas, se duplicó el turbocompresor. Si el turbo había sido motivo de mofa por sus averías, Renault le añadió otro; eso es confianza en uno mismo. Y como resultado, el piloto francés Jean-Pierre Jabouille llevó al Renault a la victoria en el Gran Premio de Francia. Su compañero Arnoux, fue tercero y también subió al podio.

Desde ese momento, todos dejaron de reírse de “la tetera amarilla”. El turbo, ya mejorado, suponía una amenaza, y un equipo tras otro acabaron incorporándolo hasta ser un elemento indispensable en un monoplaza de Fórmula 1. Así que, ya sabes. Si se ríen de ti por hacer algo diferente, solo necesitas fe en ti, aprender y mejorar, insistir… y quizás un día, aquellos que se mofaban, acaben copiándote. Y ese es una de las formas más veraces de reconocimiento.
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