Muchos se sorprenden de que un friki de los videojuegos como yo, que no sabría decir ni tres jugadores del Real Madrid de fútbol, ni sigo el deporte en general, disfrute tanto con la Fórmula 1. Este pensamiento se acentúa cuando se enteran de que ni tengo coche, ni intención de tenerlo. ¿Y por qué si no me gustan otros deportes más estimulantes ni los automóviles en general, me apasiona ver coches dando vueltas a un circuito?

Porque este deporte no es (solo) lo que ocurre sobre el asfalto, sino todo lo que ocurre antes de que los coches empiecen a rodar. El verdadero fundamento de la Fórmula 1 es la tecnología máxima puesta al servicio de un objetivo: la velocidad. La verdadera competición está en las fábricas, en las mentes de los ingenieros buscando la fórmula que permita arrancarle una centésima más al cronómetro. Y esa batalla intelectual, es alucinante.

Es impresionante de lo que es el capaz de desarrollar un cerebro humano, cómo gestiona los recursos a su alcance para obtener un resultado óptimo, y la forma en la que el ingenio inventa soluciones a problemas de la nada. La Fórmula 1 no es solo velocidad, adelantamientos al límite o accidentes brutales (que los detesto, ojalá no existieran, aunque sea uno de los elementos que más audiencia generan). La verdadera Fórmula 1 son esos ingenieros materializando ideas y pensamientos en piezas para hacer un coche ganador. Es todo lo que ocurre antes de que el vehículo salga a la pista. Los que amamos este aspecto de la competición, no solo vemos coches rodando: estamos interpretando todo el trabajo previo que hay detrás.

La Fórmula 1 es ese Cooper T43 de 1957 apostando por el primer motor trasero, el Lotus 25 y el primer chasis de una sola pieza, la introducción de los alerones buscando el efecto inverso a las alas de los aviones, el primer motor turbo de Renault, el revolucionario efecto suelo del Lotus 78, la introducción de la fibra de carbono por parte de McLaren…

Cada año, algún equipo se saca un as de la manga y sorprende con una innovación espectacular. Se trata del éxito de uno de los superpoderes del ser humano: la invención. El cronómetro juzga y premia las mejores ideas, porque la verdadera carrera está en la capacidad de generar ideas ganadoras.

Esta temporada 2022 se disputará con uno de los mayores cambios de reglamento de la historia de la Fórmula 1. La nueva temporada está a punto de comenzar. Pero hace ya tiempo que muchas mentes ya han estado ardiendo tratando de buscar la mejor forma de adaptarse tecnológicamente a la nueva normativa.

Cuando el semáforo se ponga en verde, no dará comienzo la competición, sino que empezaremos a ver el resultado de esa batalla tecnológica que ya empezó antes de que los motores se encendieran. Sin duda, esta nueva normativa nos traerá muchas y diversas apuestas y elementos innovadores. Deseando estoy de disfrutar de ellos.

Si te gusta la Fórmula 1 y su evolución tanto como a mí, te recomiendo La historia de la Fórmula 1 a ritmo de vuelta rápida, un sencillo y maravilloso paseo a través del tiempo para recordar o conocer de forma sencilla la grandeza de este campeonato.