
Los que bien me conocéis, sabéis que tengo una relación de amor-odio con el deporte. Hace unos años dejé de ver fútbol, ese deporte que socialmente nos inyectan desde pequeños, porque lo consideré un negocio podrido y corrupto en el que, ser aficionado, solo me convertía en uno más de esos que alimentan esa bola de nieve macroeconómica que acaba aplastando lo poco deportivo que queda en el fútbol profesional. Hasta me hice la promesa incumplida de no volver a ver deporte, fíjate.
También soy de los que defienden la cooperación por encima de la competitividad, y el deporte es espíritu competitivo a nivel extremo. Creo que las personas somos mejores juntas, no imponiéndonos unas a otras. Prefería invertir mi tiempo en actividades más creativas (escritura, lectura, música…). Pero seguía teniendo el gusanillo del deporte. Porque también es motivación, superación, esfuerzo y entrega, y esos son valores que admiro.
Así que en el baloncesto encontré el término medio y la alternativa. Sobre todo, en el nacional y local. El basket, al menos en España, tiene unos valores que se han ido perdiendo en el fútbol. Se respeta al rival, se le felicita cuando gana, se anima cuando un jugador del equipo contrario se lesiona y los insultos están ausentes en la grada. También pude disfrutar de los equipos de mi zona, y apoyarles en la medida de lo posible.
Pero ahora, llega la NBA y me rompe los esquemas. ¿Por qué? Porque es el clímax del baloncesto. Es puro espectáculo. Además es más sencillo localizar estadísticas, y yo soy muy analítico en ese sentido cuando veo un partido. Y, en cierta medida, vuelvo a ese bucle inicial, donde reconozco que me gusta disfrutar del deporte a este nivel, pero a la vez siento que ya ha roto los límites de la pureza. El baloncesto en Estados Unidos es como aquí el fútbol: donde se mueve dinero, siempre existe la sombra de la corrupción personal y deportiva.
Pero esta temporada, pienso disfrutarla sin prejuicios. Tengo que ser más «disfrutón» en la vida en general y menos reflexivo. Si algo me gusta, ¿por qué empañarlo con tanta filosofía purista? En esta vida también hemos venido a mancharnos un poco. Creo que, tener cosas que nos hagan sentir pasión, es algo necesario en la vida, aunque tengamos un pequeño precio a pagar. Espero que sea una buena temporada, y proporcione grandes dosis de felicidad a sus seguidores.
¿Y tú? ¿Eres NBA? Yo todavía no soy seguidor de algún equipo en concreto, no la sigo tan de cerca como para sentirme identificado con alguno de ellos; siento más simpatía por alguno que por otros, eso sí, y si acaso me gustan aquellas plantillas con jugadores europeos, pues el salto de Europa a América en el baloncesto es un logro, un sueño de muchos que aplaudo y admiro.
Y dicho esto, informo que vuelvo por aquí por enésima vez. ¡Nos leemos!
Si te gusta la NBA, te recomiendo una de mis lecturas: Los MVP de la temporada de la historia de la NBA (Volumen 1), donde poder conocer y disfrutar de la trayectoria y anécdotas personales de varios de los jugadores más grandes que ha dado esta competición.